La búsqueda de motivación o la falta de ella es un tema recurrente para muchas personas. Podemos definir la motivación como un estado interno que nos invita a la acción y nos ofrece la energía necesaria para comenzar, mantener y dirigir nuestras acciones. Podríamos decir que nos ofrece la activación, dirección y persistencia necesaria para iniciar y mantener una conducta.
Personalmente disfruto leyendo y escuchando citas, discursos, libros y vídeos inspiradores y motivadores. En mi opinión este estilo de contenido es como una cerilla que puede lograr encender nuestro fuego interno. El problema está en que la duración del fuego dependerá en gran medida de la calidad de los materiales con que hemos construido la hoguera. Es decir, de la calidad de nuestra motivación.
Vamos a ver esta idea con un ejemplo más visual. Imagina dos hogueras, una construida con una montaña de papeles de periódico, y otra con una montaña de materiales bien dispuestos: troncos de madera secas, ramitas secas, algunos papeles bien dispuestos, etc. ¿Crees que ambas hogueras mantendrán el fuego de la misma manera? Por supuesto que no.
La cerilla (idea motivadora) que llevó a arder cada hoguera (motivación personal) fue la misma, sin embargo cada una arderá de un modo diferente. La hoguera hecha a base de papel se consumirá de una forma más violenta y rápida. En poco tiempo se habrá reducido a un montón de cenizas. La hoguera elaborada con materiales de mejor calidad lo hará de una forma más natural y sostenida. Primero arderá poco a poco, después tendrá un momento cumbre que se mantendrá en el tiempo y después se irá apagando lentamente.
¿Cuál es la diferencia principal entre estas dos hogueras? La calidad de los materiales, la calidad del lugar donde se deposito la chispa de motivación e inspiración.
Pues en la vida ocurre igual. Veo a muchas personas motivarse en pro de una meta, un proyecto, un nuevo hábito, etc. una semana o un mes, para después en muy poco tiempo abandonarlo. En un principio estas personas pareciese que estuvieran intensamente motivadas, pero en un breve plazo de tiempo, como por arte de magia, su motivación desaparece.
En mi opinión cuando la motivación no tiene la calidad suficiente o no surge de un buen lugar, a la primera dificultad, al primer contratiempo, cuando de verdad debemos comenzar a esforzarnos, muchas personas abandonan. A mi modo de ver es en los baches y en la dificultades que iremos encontrando a lo largo del camino, cuando más debemos de ser capaces de servirnos de la motivación.
Lo que he podido observar en muchas personas es que esta incapacidad para sostener una meta y trabajar por ella independientemente de la circunstancias, está directamente relacionada con la calidad de la motivación. Con los cimientos con los que hemos construido nuestra hoguera.
Existen muchas teorías diferentes acerca de la motivación. Cada una con su enfoque dependiendo del autor, la escuela o rama de la psicología a la que pertenezcan (Por ejemplo,teorías conductistas, psicoanalíticas, del aprendizaje social, de autorrealización, etc.). Cada una de estas ramas da una explicación singular a los mecanismos que motivan la conducta de las persona.
También existen otras categorizaciones de la motivación atendiendo a variables, por ejemplo la motivación positiva o negativa, personal o social, centrada en el ego o en la tarea, etc.
Hoy vamos a profundizar en la diferencia entre la motivación interna y la externa. En mi opinión entender la motivación atendiendo al lugar desde el que nace, nos puede ayudar de forma muy significativa en nuestra vida actual y en el largo plazo. Hemos hablado en varias ocasiones de la motivación interna, pero hoy quiero profundizar en esta idea un poco más.
¿Desde qué lugar nace tu motivación?
Si atendemos al lugar desde el que nace la motivación exiten dos tipos de motivación, la intrínseca y la extrínseca. Esta tipología separa la motivación en función del lugar donde se encuentra el incentivo o la recompensa a nuestra conducta o acción.
Motivación externa o extrínseca:
Cuando nuestra motivación es exterior, nuestras acciones buscan una recompensa que está fuera de nosotros. La recompensa o estímulo positivo está fuera del propio individuo, es algo externo a él.
Por ejemplo:
- Trabajar para cobrar el sueldo al final de mes.
- Estudiar una carrera universitaria para obtener un título.
- Hacer bien mi trabajo para que me lo reconozcan.
- Crear un proyecto para conseguir ganar mucho dinero.
- Comenzar una actividad por el prestigio o valoración social que supondrá para mi persona o mi profesión.
- Dejar de fumar porque me lo ha aconsejado un familiar.
La motivación interna o intrínseca:
Cuando la motivación es intrínseca nace de nuestro interior, de nuestros deseos y aspiraciones profundas, de nuestros valores y de nuestra intenciones más sanas y auténticas, de nuestra necesidad de autorrealización. En este tipo de motivación la recompensa es la actividad misma, es el placer o la gratificación que siente un individuo al realizar una actividad o mantener una conducta. La recompensa es la acción o actividad es sí misma.
Por ejemplo:
- Trabajar para disfrutar de lo que uno hace.
- Estudiar en la universidad por la gratificación que supone aprender y ampliar los propios conocimientos.
- Conseguir un trabajo donde poder desempeñar cada día mi vocación.
- Crear un proyecto que está en absoluta concordancia con nuestros ideales y valores.
- Comenzar una actividad que me apasiona y que disfruto día a día.
- Dejar de fumar porque he decidido cuidarme y cuidar de mi salud.
Quizás en algunos de estos ejemplos las metas son las mismas, pero no la motivación que hay detrás. Y lo creas o no, esto es lo que en la mayoría de los casos marca la diferencia.
Ambos tipos de motivación pueden funcionar para determinadas actividades o acciones, pero se ha estudiado que para mantener una conducta en el tiempo la motivación interna es mucho mejor.
Lo que se ha podido observar en los estudios realizados al respecto, es que la motivación intrínseca es más productiva y eficaz, sobre todo en el medio y largo plazo. Que es un tipo de motivación que ofrece más probabilidades de mantener la conducta y que además podemos retroalimentar.
Por supuesto que ambos tipos de motivación pueden convivir y no son excluyentes la una de la otra. Por ejemplo, podemos desear tener un trabajo en concreto por el que recibiremos mensualmente una recompensa externa (un sueldo), con el que podremos vivir, y además ser un trabajo que disfrutamos día a día.
Encuentra tu motivación interior:
Trabajar por conseguir una meta llevará consigo un proceso en la mayoría de las ocasiones largo, y es muy probable que durante el camino nos encontremos momentos difíciles, cansancio, dudas, momentos en los que perderemos el foco o incluso la esperanza, y es normal. En mi opinión son en este tipo de circunstancias cuando una fuerte motivación interior marcará la diferencia.
Cuando nos encontramos ante este tipo de circunstancias y nuestra motivación es solo exterior, lo más probable es que al hacer el balance entre el coste de mantener nuestra actitud y el beneficio que obtenemos por ella, tiremos la toalla.
Por el contrario, cuando nuestra motivación nace de un buen lugar, de nuestras motivaciones internas y profundas, antes o después encontraremos la energía necesaria para continuar. Por supuesto que aunque nuestra motivación sea interna habrá dificultades, contratiempos, cansancio, quizás nos caigamos o puede que incluso jamás alcancemos la meta que nos hemos propuesto. Sin embargo conseguiremos disfrutar cada día con lo que estamos haciendo, y más tarde o más temprano, habrá algo que nos motive en esa dirección, o en una similar que sí conseguiremos. Pues no puede ser de otra manera, ya que nuestra motivación nace de nuestro interior. Y son nuestros valores y el amor por esa idea, proyecto o actividad los que harán que esa motivación sea cada día mayor.
En mi opinión antes de ponernos en marcha, trabajar por una meta, crear un nuevo hábito, comenzar un proyecto, etc. debemos de analizar en profundidad «el por qué» y «el para qué», de eso que queremos hacer.
Considero que es un profundo error, buscar un sueño, perseguir una meta, intentar conseguir algo, que no nos hace disfrutar del camino. La vida es muy corta como para entregar nuestro tiempo a cosas que no nacen de nuestro interior, y que no nos hacen felices. Es una gran equivocación malgastar nuestro tiempo en actividades que no disfrutamos y que están motivadas unicamente por causas externas a nosotros, como por ejemplo,la cultura imperante, la opinión de los demás, las exigencias de nuestro entorno,etc.
En la sociedad actual existe una falsa idea de que debemos perseguir y conseguir lo que «todo el mundo quiere». Necesitamos ser productivos permanentemente y perseguir un éxito preestablecido. Avanzar y correr, sin ni siquiera pensar a qué destino nos llevaran todas esas acciones.
¿Qué puede haber más bonito que disfrutar del camino mientras avanzas a tu meta o destino?.
¿Qué puede haber más productivo que disfrutar de cada acción que realizas en pro de tu motivación?.
Si tu motivación es interior consigas o no la meta que te has propuesto, ya has ganado, has disfrutado del camino.
El problema que suelo observar es que muchas personas nunca se han parado a reflexionar acerca de sí mismos. Nunca se han dado el tiempo necesario para conocerse y averiguar:
- Quiénes son.
- Cuáles son sus gustos.
- Qué valores les mueven.
- Cuáles son sus mayores aspiraciones.
- Qué actividades disfrutan.
- etcétera.
Si no nos conocemos a nosotros mismos, es imposible que podemos identificar nuestras motivaciones internas. Esta es una de las principales razones por las muchas personas se mantienen productivas y enfocadas en avanzar, aunque no sepan hacia dónde se dirigen. He observado a muchas personas querer más dinero, más valoración, más prestigio, más estímulos externos, pero cuando lo consiguen siguen sintiéndose insatisfechas e infelices.
Mi opinión personal es que si nuestras motivaciones no nacen de un buen lugar, es imposible que nos lleven a un buen destino.

Desde aquí quiero animarte a que descubras tus motivaciones interiores, y que aproveches todo su potencial.
Quiero invitarte a que antes de ponerte a trabajar con esmero en pro de una idea, busques un tiempo para conocerte y averiguar desde qué lugar nace tu motivación. No creas que utilizar una semana, un mes o incluso un año, para reflexionar sobre tus ideas, sueños, proyectos o tu vida en general, es improductivo. Todo lo contrario.
Si quieres cambiar de hábitos, transformar tu vida, alcanzar una meta, cumplir un sueño, iniciar un proyecto, etc. y quieres saber si cuentas con la motivación interna necesaria para llevarlo a cabo, hazte estas preguntas:
- ¿Por qué quiero hacerlo?.
- ¿Para qué quiero hacerlo?.
- En la búsqueda de este objetivo, ¿La búsqueda misma me hace disfrutar?
Hace unos días compartí contigo un artículo con un vídeo titulado “Céntrate en el fondo y la forma aparecerá”. En él te animaba a buscar e identificar tu motivación interior para conseguir tus metas. Eso sí, de un modo un poco más simbólico o incluso poético.
Hoy quiero volver a rescatar ese lema, céntrate en el fondo y la forma aparecerá. Recuerda que si nace de un buen lugar, seguro que te llevará a un buen destino. No olvides que en cada paso del camino estarás disfrutando.
Espero que algún día las ideas que comparto puedan ser las cerillas que enciendan tu fuego interior.
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Este es el vídeo que te he mencionado en el artículo, por si te apetece escucharlo.
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Muchas gracias, un abrazo y hasta pronto.
Excelente,muy práctica las enseñanzas,simple y profunda.
Muchas gracias por tu comentario y por tus bonitas palabras Fernando, un saludo.