En muchos de mis artículos te hablo sobre cómo conseguir una vida plena y satisfactoria. Y por supuesto, siempre abanderaré la idea de que podemos conectar con nuestro bienestar a través de diferentes formas, como la atención plena, la coherencia, la autenticidad, la búsqueda de nuestra mayor ilusión o propósito, etc.
Pero que aprendamos a conectar con nuestra plenitud no significa que no vayamos a sentir nunca más tristeza, dolor, incomodidad, cansancio, apatía, sufrimiento, etc.
No debemos olvidar que la vida son ciclos o etapas. Que el equilibrio no es una línea recta, es más como una serpiente sinuosa. Es nuestra capacidad de fluctuar mientras fluimos.
En la vida no todos los días brilla el sol de igual manera, no todos los días disponemos de la misma energía, no todas las situaciones son igual de difíciles de enfrentar. Es normal tener momentos de tristeza, abatimiento, dolor, cansancio, etc. Porque eso también forma parte de la vida.
Al igual que siempre te hablo sobre la necesidad de aprender a conectar con nosotros mismos para vivir una vida plena, es necesario aprender a aceptar también esos días grises o no tan buenos.
Aceptar no estar bien.
La vida tiene momentos buenos y momentos no tan buenos, momentos de felicidad y momentos de tristeza, momentos de amor y momentos de dolor, y debemos aceptarlo.
En la filosofía de la atención plena (o mindfulness) se aprende a experimentar lo que és, lo que sucede, sin intentar cambiarlo ni juzgarlo. Si lo que estamos sintiendo es dolor, se experimenta y no se lucha contra él.
Los momentos «malos» también forman parte de la vida, y debemos aprender a observarlos, aceptarlos y atravesarlos.
Necesitamos aceptar estos momentos no tan buenos para:
- Entender mejor lo que sentimos en nuestro interior, y por qué.
- Aprender a conocernos mejor.
- Valorar y analizar nuestra vida, circunstancias, creencias, expectativas, relaciones, progresos, etc.
- Comprender que significa vivir en realidad.
Desde esta mayor comprensión podremos seguir creciendo y evolucionando. De hecho no existe cambio sin incomodidad, crecimiento sin un momento de absoluta incertidumbre o transformación sin dolor.
Sin embargo en esta sociedad en la que todo ha de ser o al menos parecer perfecto o bonito, donde todos debemos mostrar lo felices y triunfadores que somos. No se acepta la idea de no estar bien.
Hay que fingir felicidad en las redes sociales. Hay que demostrarle al mundo lo fuertes y maravillosos que somos en todo momento, que nunca nos caemos, lloramos o sufrimos. Y nada más lejos de la realidad. Todos somos vulnerables, todos tenemos nuestros momentos de abatimiento, sufrimiento y dolor.
La vida no es ni un valle de lágrimas ni una fiesta continua. La vida son circunstancias diversas que tenemos que vivir, experimentar y atravesar. A ser posible, plenamente, por que solo tenemos una.
Y recordar que podemos aprender y extraer grandes lecciones de esos momentos no tan buenos. Grandes epifanías acerca de nosotros, de nuestras circunstancias o de la vida en general.
¿Qué hacer cuando no te sientas bien?
Cuando no te sientas bien date el permiso de parar y cuidarte. Toma distancia de tu situación, descansa y recarga tu interior.
Es importante que no intentemos tapar nuestra incomodidad, apatía o dolor con escapismos como: alcohol, drogas, compras, comida, redes sociales, series de televisión, trabajo en exceso, etc. Ya que lo único que harán estos parches será desconectarnos de nosotros mismos y a la larga amplificar nuestros problemas. Como una herida infectada que se tapa para no verla en lugar de curarla.
Tampoco debemos obligarnos a estar bien todo el tiempo, pese a todo y contra todo. Esa también es una forma de no escucharnos y tapar nuestras emociones. Al igual que el cuerpo ha de restablecerse después de una sobrecarga de trabajo, nuestro interior también.
Cuando no te sientas bien:
- Priorízate. Prioriza tu proceso por encima de otras cosas.
- Tómate un tiempo para ti. Este tiempo puede ir de unas horas a semanas o meses dependiendo de tu situación.
- Observa tus pensamientos y emociones.
- Toma distancia mental de tus circunstancias.
- Descansa y restablece tu energía.
Durante este periodo quizás necesites llorar y desahogar tus sentimientos, escribir en tu libreta de evolución personal, leer un buen libro, dormir, meditar, salir a pasear a la naturaleza, correr, gritar o estar un fin de semana con el teléfono desconectado. Lo que sea, permitetelo.
Si es necesario dile a tus amigos o familiares que necesitas un poco de tiempo para ti. A veces nuestros amigos o familiares no aceptan que podemos estar mal. Nos quieren y quieren vernos felices, solucionarnos nuestros problemas, «animarnos», etc. No los juzgues, es normal. Todos queremos que nuestros seres queridos estén bien e incluso sufrimos cuando no es así. Pero nadie puede solucionar la situación de otra persona o pasar por sus sentimientos de tristeza y dolor.
Por ello se sincero/a y con tacto diles que por favor respeten este momento de reseteo, de descanso e introspección. Que es tu decisión pasar uno o varios días contigo mismo/a. Como se suele decir “lamiéndote tus heridas”, porque de vez en cuando también necesitamos eso.
Si quieres una recomendación personal al respecto te diré que aceptes el momento o proceso, que lo vivas con atención plena y que seas bondadoso contigo mismo. Yo es lo que hago.

Está bien no estar bien.
- Porque para sanar las heridas, hay que reposar.
- Porque si estamos exhaustos necesitamos descansar.
- Porque atravesar el dolor agota todas nuestras fuerzas.
- Porque tras momentos de estrés o ansiedad necesitamos parar y recargarnos.
Esta bien no estar bien, sabiendo que conocemos el camino de vuelta al equilibrio. Recordando en todo momento que esos sentimientos están en nuestro interior y que tenemos la llave para acceder a ellos. Porque la clave de la plenitud no es buscar la perfección es buscar el equilibrio.
Está bien, no estar bien de vez en cuando y que nadie te diga lo contrario.
Gracias lau, siempre intentando ayudarnos y dándonos consejos
Gracias a ti Nuri por acompañarme semana tras semana. Un abrazo